viernes, 20 de junio de 2008

Una montaña viscosa, amarilla, de tallarines recocidos, pegados, aplastados.
Entre medio una mano diminuta, de bebé recién nacido.
A lo lejos veo unas vísceras y enseguida un pie pequeñito.

Miles de cuerpos mutilados, triturados formando un guiso humeante, tibio, maloliente.

El nauseabundo hedor invade la sala, aunque aquí, en medio de la montaña, entre los restos, es insoportable. A punto del desmayo, mareada, aturdida, me alejo del horror. No quiero saber que está pasando. Me escondo tras unas tuberías gigantes. Aquí esta muy tibio. El olor es menos intenso. Me quedo dormida.

Un tren cargado de cadáveres pasa un cruce…

Varias hileras de calderas y marmitas muy altas completan la sala.

Allí un hombre de delantal blanco cuya mente retorcida domina el escenario prepara su macabra obra. La hora se aproxima. El se acerca a una puerta y presiona botones, la pared se mueve y aparece una mujer también viste de blanco, no se si es delantal o uniforme. Sus ojos llenos de lascivia brillan al encuentro del hombre. A ella le excita su presencia, su poder, inteligencia, la violencia y crueldad que domina este ser. Avanza por la sala y elogia el experimento, también a él. No le preocupa el desagradable aroma, es parte del juego. Se siente atraída por esta morbosa experiencia. Como si quisiera ser maltratada, devastada por esas manos firmes y esa mente pervertida que transforma la muerte en una especie de poesía.

Mientras habla todo parece ralentizarse y su boca roja fulgurante, se demora en pronunciar, sus labios entreabiertos parecen simular su sexo, ávido de placer.

Se poseen, en un sexo violento, rápido y desaforado. En el piso, entre las calderas, entre la podredumbre y los cuerpos cercenados. Lo hacen también de pie, junto a la puerta escondida y un ojo infantil, asustado, morbosamente cautivado con la escena los observa.

Se arreglan las ropas que nunca quitaron del todo. Él abre la puerta, un ojo mudo de horror clava su vista. Salen.

Conversan. Se ríen .Caminan por un hospital. Es posible que les den el premio de investigación.

Arriba, ya en la superficie, al aire libre y en medio de un paisaje polvoriento, doy gracias de estar viva. Camino sin rumbo, solo escapando, guiándome por la línea del tren. Aún no estoy segura de lo que he visto. Una cosa estoy segura. He descubierto un sentimiento desconocido. EL placer.


Esto fue un sueño. Lo escribí mas o menos como me recuerdo. no se que es ni lo que significa solo que tenía una carga emocional unica. demasiado poderosa como para no escribirlo. Ojalá alguien lo vea y me de algun señuelo.

No hay comentarios: